Reciclaje 5.0: incentivos para la correcta separación de envases

Reciclaje 5.0: incentivos para la correcta separación de envases

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Empresas y organizaciones han creado programas de tecnología con los que pretenden impulsar las tasas de recuperación y reutilización de residuos sólidos, le contamos de qué se trata el reciclaje 5.0. 


De las 11.200 millones de toneladas de residuos sólidos que el mundo genera cada año, solo se recicla el 9 %, advierte Naciones Unidas. El resto del material se incinera o se acumula en vertederos, basureros o, peor aún, en el medio ambiente. Hay países que se salen de ese promedio, como Suecia, que da ejemplo al reutilizar el 99 % de sus desechos. Otros avanzan en esa tarea a paso lento pero progresivo. En el caso latinoamericano, en general la tasa no supera el 4,5 %, según cifras del BID, aunque las cifras varían de acuerdo al país.

Dos ejemplos: mientras en México la Asociación Nacional de Industrias del Plástico ha informado que esta tasa está por el orden del 31 %, en Colombia el Ministerio de Medio Ambiente reportó en 2019 una tasa de recuperación del 11,82 %, y espera que en 2022 se incremente al 14,6 %.

En países como los nuestros, autoridades y organizaciones públicas y privadas acuden a diversas estrategias para impulsar el crecimiento de estas tasas. Existen políticas públicas, normas, acuerdos, planes de gestión integral y ambiental, modelos de economía circular y otra serie de medidas e instrumentos, cada una con distintas acciones pero todas con el mismo fin: reducir, reutilizar y reciclar.

Entre dichas estrategias han adquirido notoriedad los sistemas de incentivos diseñados para premiar a las personas y organizaciones que desean sumarse de forma voluntaria a este propósito global. De este modo, mientras le dan otra vida a un material reutilizable, los usuarios obtienen beneficios como descuentos, bonos, promociones que pueden redimir en productos y servicios que les son útiles.

Del otro lado, hay empresas que han creído que dentro de sus campañas de responsabilidad social estos sistemas pueden representarles no solo beneficios económicos y comerciales al encadenarse con los beneficios que se les suministran a los públicos, sino un posicionamiento como marcas sostenibles que le apuestan al fomento del reciclaje.

Una estrategia exitosa

Rodrigo Salgado, CMO de Atrianna, una empresa especializada en ciencia y machine learning que mediante modelos computacionales predice el comportamiento y la reacción de los clientes y consumidores ante un estímulo, dice que detrás de los sistemas de incentivos que estimulan en las personas el deseo de reciclar para obtener un beneficio, hay inmersas incluso nociones de psicología y neurociencia que son aplicadas para modificar comportamientos que tal vez puedan ser “antisociales” e irracionales como el de no reciclar, lo cual hoy es una necesidad.

“Para que este tipo de políticas, que incentivan el reciclaje, sean exitosas, se busca facilitarle la vida a las personas y eliminar algunas barreras cognitivas que les impidan hacer esta acción. A veces tienen demasiada información para procesar: los colores en las canecas, ¿en cuál se introduce el papel y en cuál la botella?, y eso termina generándoles mucho ruido que hace más compleja su decisión”, expresa Salgado.

Hoy existen sistemas de incentivos que redimen bonos de descuentos para establecimientos gastronómicos, de diversión y entretenimiento, vestuario y calzado, incluso para transporte público, por lo que en su concepto estos les dan un valor agregado a las personas e integran sus necesidades propias al tiempo que eliminan barreras para que ejerzan la recuperación y reutilización de material aprovechable sin tener que pensar tanto y, en cambio, lo hagan con una motivación.

Otro punto relevante, agrega el CMO de Atrianna, es que estos sistemas generalmente ofrecen incentivos asociados al placer de las personas: comer, ir al cine, comprar ropa, contrario a cuando se les pide que lleven los elementos hasta una caneca que está en una esquina cerca a su casa y clasifiquen los residuos sólidos.

De cara a las empresas, Salgado dice que es un buen momento para que estas aprovechen la inercia que tienen estos sistemas y construyan una actividad social que les genere buenos réditos en cuanto a reputación de marca.

Estos esfuerzos, menciona, podrían iniciar incluso desde el diseño del empaque, con símbolos o códigos que le facilite a los usuarios la comprensión de la información que lleve a una disposición final adecuada.

“Las empresas tienen hoy el poder de crear estándares y crear campañas que ayuden a las personas a la comprensión del mensaje y faciliten sus decisiones”.

Ejemplos destacados

Ecobot es una iniciativa que surgió hace cinco años para premiar la cultura del reciclaje a través de una estrategia publicitaria que utiliza unas máquinas receptoras de envases que son ofrecidas a marcas interesadas en aprovechar este vehículo de exposición para conectar con sus públicos y al tiempo fomentar la responsabilidad social y ambiental.

Santiago Aramburo, gerente comercial y cofundador de Ecobot –que tiene 40 máquinas distribuidas en cuatro ciudades de Colombia: Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, además de Ciudad de Guatemala, San José de Costa Rica y Quito– sostiene que conoció este sistema en Alemania. Allí al usuario se le devolvía una porción del valor por el cual había adquirido el envase.

Cuando lo quisieron aplicar en Colombia lo hicieron de una manera distinta: en vez de plata, la máquina entrega descuentos que no se relacionan con el valor de la botella.

“Creamos un modelo publicitario al que las marcas se vinculan con publicidad y entregan cupones de descuento que le dan un valor al envase que la gente deposita y de otro modo podría haber desechado en otro lugar sin recibir nada a cambio”, dice Aramburo.

Hay usuarios que depositan la botella de forma desinteresada pues tienen una mayor conciencia ambiental, pero otros que quizás no la tengan tan desarrollada encontrarán un estímulo en el descuento que recibirá.

Santiago Aramburo también señala que este tipo de incentivos, en culturas como la latinoamericana, pueden funcionar mejor que una multa o una sanción, ya que en ese caso las personas le temen a perder algo, en cambio con otros sistemas pueden ganar mientras le brindan un beneficio a su entorno.

Los espacios donde mejor funciona esta estrategia son los centros comerciales, los supermercados, las universidades y en general aquellos espacios más concurridos donde las marcas que se vinculen a las máquinas tengan mayor exposición visual y haya mayor tráfico de las personas.

"En promedio las marcas que se vinculan obtienen una tasa de conversión de los cupones del 5 % al 15 % sostiene el cofundador de Ecobot"

Ecobot analizó hace un tiempo la posibilidad de que las máquinas receptoras de envases estuvieran habilitadas para entregar a cambio recargas para el uso del transporte público, pero el modelo de negocio no les resultó rentable y desistieron de su intento.

Otra de las iniciativas, surgida en Costa Rica, y con un concepto muy similar al de Ecobot (con un énfasis más social), es Ecoins: una experiencia regional exitosa que ha consolidado una estrategia basada en la redención de los “ecoins”, monedas virtuales que equivalen a dinero y pueden canjearse por diferentes productos o servicios que ofrecen empresas con las que la empresa establece un convenio.

Gustavo Paz, coordinador regional de operaciones de Ecoins, comenta que el programa surgió como una propuesta de comunicaciones –Ecoins es una agencia de este tipo– para incrementar las tasas de reciclaje que hace cuatro años estaban en un porcentaje muy bajo: no más del 1,5 %.

“En el diagnóstico identificamos que las personas no encontraban un estímulo para reciclar y se cuestionaban acerca de qué ganaban con movilizarse a un centro de acopio o con separar los residuos, y por eso presentaban los materiales sucios o revueltos. Identificamos entonces una oportunidad de articular todo un ecosistema de marcas, autoridades e instituciones de toda índole que compartimos una visión de sostenibilidad”, apunta Paz.

Desde el lanzamiento de Ecoins en 2018 han sumado cerca de 75.000 personas que han canjeado sus residuos por las moneda virtuales, siendo aliados de los gobiernos locales para incrementar las tasas de reciclaje.

Gracias a esta acogida es que los centros de acopio que se han vinculado al proyecto han incrementado hasta en un 50 % la cantidad de material aprovechable que reciben por parte de los ciudadanos, y además con una disposición final más adecuada, con entregas más limpias y separadas de forma adecuada.

“Nosotros no nos hacemos cargo del material, lo hacen los centros de acopio que se unen a la iniciativa. Ecoins basa su estrategia en la educación, en la capacitación a los consumidores y en hacer gestión con las empresas y los aliados, como son los gobiernos locales y las autoridades para articular sus políticas públicas con los programas que tenemos. Es una relación donde todos ganamos”, afirma Paz.

“Incentivar la economía circular”

Para la industria de los empaques y plásticos, estos sistemas de incentivos son una forma muy práctica y efectiva de fomentar el reciclaje y vincular a todos los actores de la cadena, desde los productores hasta los consumidores.

Carolina Mantilla, directora de sostenibilidad para el negocio de empaques y plásticos de especialidad para América Latina de Dow, señala que el desafío está claro: incrementar las tasas de reciclaje que en la región siguen siendo muy bajas para lo que el planeta necesita.

“Somos conscientes de que debemos guiar con el ejemplo y contribuir a la transición hacia un planeta más sostenible desde un enfoque colaborativo. Motivo por el cual nos encontramos en la búsqueda constante de alianzas estratégicas dentro de la cadena de valor que nos permitan desarrollar e incentivar la circularidad de los plásticos”, afirma Mantilla. Además, menciona que estos sistemas de incentivos son necesarios para fomentar el reciclaje de residuos plásticos, toda vez que según ella muchos de los elementos que utilizamos en nuestro día a día tienen componentes químicos y plásticos, como los vehículos, dispositivos electrónicos, equipamientos médicos y de protección sanitaria, así como productos de consumo, por mencionar algunos, por lo que los sistemas de incentivos de reciclaje son una respuesta efectiva ante una necesidad latente.

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