Este regreso se da después de dos años que han sido muy ajetreados. Allá por mayo del 2009 apenas empezaban a surgir las regulaciones a las bolsas de plástico en México y su proliferación fue tal que atrapó la atención de muchos, incluido su servidor.
Han pasado 32 meses desde la primera iniciativa que pretendía eliminar el uso de las bolsas de plástico y no podemos decir que la ola prohibicionista ya terminó, con todo y que en los últimos ocho meses se ha avanzado mucho en eliminar regulaciones vigentes y detener nuevas iniciativas de prohibición o la exigencia sin fundamento de muchos legisladores porque los plásticos sean biodegradables.
El factor ambiental en su vertiente regulatoria va a seguir presente en el futuro inmediato y quizá en el mediado plazo porque la discusión sobre el impacto ambiental de los plásticos sigue muy influido por varios intereses económicos y mercadológicos, además de que la desinformación no se ha logrado eliminar, tanto en el ámbito gubernamental como en el publicitario.
Sin embargo, esta faceta del panorama actual de los plásticos no es la única que merece atención. Hay otras que ocupan y preocupan a diario a los fabricantes de los muy diversos artículos de plástico, desde los materiales para envase y embalaje hasta los que son componentes de más "alta tecnología" como las partes empleadas en las industrias automotriz, electrónica y eléctrica.
Estas preocupaciones devienen de la mucho mayor incertidumbre que hay ahora sobre la evolución de los mercados, tanto de las manufacturas plásticas como de los segmentos terminales a los que sirven, así como de los precios de las materias primas y los energéticos que, como se dice comunmente "no tienen palabra de honor".
La incertidumbre se ha acrecentado en los últimos meses con los evidentes riesgos de crisis financiera en Europa (Grecia, principalmente), sus posibles repercusiones en el ámbito mundial y también con la indefinción en los Estados Unidos acerca del manejo del endeudamiento de su gobierno y sus efectos en el mercado de consumo más grande del mundo.
A esto habría que agregarle el que América Latina es un mosaico muy variado de mercados e industrias del plástico donde el tamaño de país o su ubicación geográfica ya no son factores tan importantes como lo eran hace 10 o más años. Hoy vemos a los dos grandes de la región -Brasil y México- enfrentando retos muy distintos para asegurarse un futuro con crecimientos aceptables que en los años finales del siglo pasado (no hace mucho) no eran la principal preocupación. Vemos también a países de menor envergadura pisando fuerte en mercados que pareciera les son muy distantes y compitiendo con éxito en ellos.
Por igual, vemos el avance de algunas grandes corporaciones de la región, tomando posiciones de indudable dominio en la fabricación de resinas así como integrándose "cadena abajo" ya no sólo en sus países de origen sino en extensiones muy amplias del continente americano.
Ya no podemos meter todos estos asuntos en una coctelera y esperar que después de mezclarlos bien tengamos algo bebible. Ahora tenemos que ser unos hábiles y muy inteligentes malabaristas para hacer frente a cada asunto, cada factor, en forma apropiada y por separado. Por ende, las empresas del plástico -todas incluyendo desde la proveeduría de insumos hasta la transformación y comercialización de productos- necesitamos estar atentos a lo que ocurre en el entorno de nuestras industrias, nuestros mercados y nuestros países para tomar las mejores decisiones en el tiempo oportuno.
Y todo esto, lo tenemos que hacer sin perder de vista que un buen número de buenas oportunidades está en complementarnos cada día más al nivel latinoamericano. ¿Qué opinan?