Plásticos para empaques: retos ambientales y legislativos

Plásticos para empaques: retos ambientales y legislativos

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El más reciente informe de la revista Citi GPS, del grupo financiero Citi, expone una visión detallada del complejo efecto del consumo de plásticos, en particular de empaques, en un contexto global a nivel de sociedad, gobierno y ambiente. Retomando varios puntos clave de dicho informe, en el presente artí­culo se revisará el problema que supone el consumo de plásticos de un solo uso y las medidas gubernamentales que se han tomado para afrontarlo.

¿De dónde vienen los empaques plásticos?

Aunque la producción de materiales plásticos se puede remontar a la segunda mitad del siglo XIX, solo fue hasta la posguerra en que las compañí­as farmacéuticas desviaron su atención de las aplicaciones industriales y militares para colocarla en los consumidores y en sus necesidades de la vida diaria. En esa coyuntura emergieron productos plásticos como recipientes plásticos para comida, bolsas de almacenamiento hermético, bolsas de basura y botellas plásticas para spray, que revolucionaron la forma de ver los productos para el hogar y, en muchos casos, relegaron materias primas tradicionales como el papel, vidrio, metal y otras más a un segundo renglón.

Este recambio de materiales se puede ver en ejemplos como el reemplazo de las bolsas de papel kraft por film de LDPE, o de las botellas de vidrio por los recipientes de HDPE y botellas de PET. Este efecto se ha visto claramente en el mercado y en la producción de materiales plásticos, al mostrar un crecimiento de 8 % ponderado anual desde 1950, llegando a un total de alrededor de 400 millones de toneladas en 2017. Con esta cifra, la industria conforma un mercado de más de un billón de dólares (a 2016) y su expectativa de crecimiento neto hasta 2020 es de 20 %.

Además de ser un fenómeno económico y cultural, los plásticos cuentan con caracterí­sticas innegables que los anteponen a otros materiales. Producir piezas en materias primas tradicionales puede llegar a requerir 82 % más energí­a y mayores costos de transporte que los plásticos; y el peso de tales sustratos alternativos puede ser hasta 3,5 veces mayor, con una relación entre resistencia y peso considerablemente más baja que los plásticos.

Ante este panorama, es difí­cil pensar en alternativas para el reemplazo de los materiales plásticos en los diversos mercados en los que se encuentran, pero hay dos cualidades adicionales que resultan ser beneficiosas y problemáticas a la vez: su bajo costo y su durabilidad. En primer lugar, su poco valor monetario y su baja tasa de reciclaje hacen que la rentabilidad por tonelada de material reciclado sea más baja que materiales como, por ejemplo, el aluminio. En segundo lugar, está el hecho de que la mayorí­a de plásticos de consumo pueden tardar de 500 a 1000 años en degradarse, además de que sólo el 14 % termina siendo reciclado, con lo que el 86 % pasa a ser un desecho. La consecuencia de esto, además de crear depósitos de basura con montañas de plásticos, incluye también daños a la fauna por consumir estos elementos y problemas de salud pública tanto a nivel de inoculación de enfermedades, como de problemas en el manejo de cuerpos de agua por acumulación de plásticos (como ocurrió en Bangladesh en la década de 1990).

En concreto, cerca de 150 millones de toneladas de empaques plásticos son desechados cada año y el empaque constituye, a su vez, el tipo de producto plástico con mayor volumen de residuos, seguido por textiles y productos de consumo. Entre tales productos, aquellos que solo reciben un solo uso antes de ser desechados merecen especial atención. En este grupo están, por ejemplo, las botellas en PET para bebidas, las cuales son producidas en más de 500 mil millones de unidades anuales y son el quinto elemento más común encontrado como basura en el océano.

Aunque el PET tiene un potencial de reciclaje alto, de toda la producción se recicla solo el 34 % entre los paí­ses de la OCDE y un porcentaje menor entre las naciones restantes. De la misma manera están las bolsas plásticas, que pueden sumar hasta un billón de unidades anuales y son el segundo elemento más común entre la basura encontrada en el océano (superado solamente por colillas de cigarrillos, hechas también de plástico: el acetato de celulosa). La tasa de reciclaje en este caso es mucho menor que en el caso anterior, apenas del 7 % en mercados como el estadounidense. Uno de los puntos clave para este hecho radica en la alta dificultad de reciclar bolsas plásticas, debido a su baja rigidez, para la cual están más preparados los centros de reciclaje.

Polí­tica internacional, medidas y gobiernos

En vista de lo anterior, desde el año 2000 múltiples gobiernos han comenzado a restringir y legislar el uso de plásticos de un solo uso. Puntualmente, desde las polí­ticas desarrolladas se busca fijar impuestos a los productores, vendedores o consumidores de los productos en cuestión o simplemente prohibir su uso. En el ejemplo de las bolsas plásticas, en las últimas dos décadas han tenido lugar numerosas iniciativas de prohibición por parte de economí­as emergentes tales como Bangladesh, Ruanda, Malí­ y Kenia. En Europa, el Reino Unido fue el primero en tomar medidas al respecto al comenzar a cobrar por cada bolsa plástica desde el año 2015, viendo una reducción de cerca del 83 % en el uso de bolsas plásticas. Pensando en una tipologí­a de producto más amplia, a lo anterior se suman numerosos programas para la prohibición de la venta de palillos y la distribución de pitillos en la Unión Europea.

En la misma dirección, el año 2018 ha concentrado un importante número de medidas gubernamentales respecto de los plásticos de un solo uso. Taiwán sentó las bases de su plan de prohibición de estos productos antes de 2030 e India siguió el mismo camino para empezar su programa en 2022, siendo congruente con los programas que ya han comenzado varias ciudades de ese paí­s como Bombay. De la misma manera, recientemente la Cámara de los Comunes del Reino Unido detalló recomendaciones para prevenir el desecho de botellas plásticas y, a la vez, el gobierno central expidió un plan para eliminar todo el desecho plástico ‘evitable’ para 2042. En cuanto a Estados Unidos, las medidas han surgido primordialmente en ciudades, debido a que aún no se han desarrollado polí­ticas relacionadas a nivel del alto gobierno. Este es un actor muy importante que aún no se ha involucrado de manera consistente en el compromiso que, como se ha dicho, muchas naciones ya han empezado a tomar.

Este grupo de medidas abren un espacio de socialización público en el tema de la responsabilidad, respecto de la producción y uso de productos plásticos de un solo uso. Sin embargo, además de las medidas relacionadas con el consumo, habrá una importante proporción de plásticos que seguirá siendo desechada, por lo que el panorama mostrado no estará completo, sin mencionar a la industria del reciclaje. En este aspecto, China ha sido el actor más relevante de las últimas dos décadas por su crecimiento, por su alto volumen de importaciones de residuos y por las medidas más recientes de su gobierno al respecto. El mercado de reciclaje de China se remonta al año 2000, cuando los aumentos del precio del crudo obligaron a las industrias del paí­s a buscar materias primas alternativas con menor costo. Se estima que el sector de reciclaje chino creció a una tasa de 23 % hasta 2008 y de 14 % hasta 2016. De forma ponderada, las importaciones de plásticos para reciclaje sumaron aproximadamente 8 millones de toneladas métricas en 2016, constituyendo casi la mitad del volumen tranzado a nivel mundial. El PET y PE de esa proporción contaron con casi 2,5 millones de toneladas cada uno y constituyeron más de la mitad del volumen mundial comerciado para estas resinas. A pesar de lo anterior, en 2018 el volumen fue casi despreciable.

A finales de 2017, China sacudió fuertemente la industria del reciclaje al prohibir las importaciones de más de 24 tipos de residuo sólido -incluido todo tipo de plásticos- para el final de ese año. Hasta hace poco, una porción importante de los materiales reciclados en China provení­a de otras naciones, pero el grave problema de polución que sufre ese paí­s encendió las alarmas de la necesidad de regular el reciclaje desde el nivel gubernamental. La motivación de hacerlo se basó en la baja calidad de los materiales importados y en el alto grado de polución que se estaba derivando de este hecho. Este plan del gobierno chino se hizo llamar ‘Espada Nacional’ y ha causado que los antiguos exportadores a ese paí­s deban buscar nuevas regiones para exportar sus residuos, además de buscar fortalecer su propia industria doméstica de reciclaje. La salida de China del mercado del reciclaje global ha creado un aumento de la oferta sin precedentes, haciendo que los márgenes de rentabilidad se hagan cada vez más estrechos para los recicladores.

El panorama actual presenta, como es evidente, un camino marcado por las prohibiciones para muchas piezas plásticas de un solo uso y un mercado global de reciclaje en recesión. No obstante, hay alternativas para la industria, tanto para productores, consumidores y recicladores, que vale la pena revisar para poder adaptarse al cambio constante que muy probablemente seguirá viniendo desde las normativas y las dinámicas del mercado. En la siguiente entrega se revisarán algunas de las nuevas soluciones que se pueden plantear para mantenerse vigente durante los cambios en esta industria.

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