Nuevos vientos deberían soplar para la industria del envase regional y, por qué no decir, industria mundial, en los meses venideros.
En este plano, por un lado se encuentra la preparación para la retomada o despegue después de la crisis financiera y, por otro, están los desafíos tecnológicos que plantea la hora actual, especialmente en lo que tiene relación con los envases para alimentos que, indudablemente, son los que representan mayores requerimientos, principalmente sanitarios.
En el horizonte, necesariamente, algunas industrias de la región latinoamericana pueden plantearse el éxito del modelo chileno (abierto, exportador a ultranza), que exportó el lema “producir local vender global” y otras, volcadas hacia la venta local (el mayor número), pueden fijar su rumbo hacia equiparar desiguales balanzas comerciales, es decir, sustituir importaciones por producción local y, a su vez, incrementar exportaciones, esfuerzo no menor que requiere por ejemplo incorporar productividad (mayor automatización) y creatividad (innovación).
No siendo excluyentes, las posibilidades enunciadas, esto significa además que es una buena época para revisar planes de negocios.
Es sabido que, en el plano teórico, lo anterior resulta fácil. Otra cosa muy distinta es con las manos en la tinta, y luchando contra el alza de los insumos y las materias primas y, además, cuidando de la mejor manera el tema medioambiental, transversal a la industria del empaque.
No obstante, el esfuerzo que se debe hacer en innovación, parece ser la primera prioridad, ya que está debidamente comprobado que, en la actualidad, 70% de la misma corresponde a los envases y solamente 30% a los productos. Definitivamente, es preciso comprender a cabalidad que:
INNOVAR NO ES CREAR TECNOLOGÍA: INNOVAR ES CREAR VALOR.
INNOVAR NO ES MEJORAR LO QUE EXISTE: INNOVAR ES CREAR LO QUE NO EXISTE.
Frente a lo anterior es necesario tener en cuenta que la principal demanda de las empresas del sector alimentario, respecto de los envases, es el PRECIO; buscando envases económicamente más eficientes, obligando en muchos casos a las empresas transformadoras a llevar al límite los niveles de protección de los alimentos contenidos, disminuyendo costos, claro está, pero comprometiendo las prestaciones del envase.
Por lo tanto, LA INNOVACION EN ESTE CAMPO DEBE ESTAR DIRIGIDA POR LA INDUSTRIA MANUFACTURERA DE ENVASES, siendo cada vez más proactiva, ofreciendo nuevas soluciones y desarrollos.
Muchas veces el crear lo que no existe no necesariamente implica nuevas inversiones; y además significa, enfáticamente, TRANSFORMAR CONOCIMIENTO EN DINERO.