“Es hora de que empiecen a mirarnos con buenos ojos”: líder de recicladores colombianos

“Es hora de que empiecen a mirarnos con buenos ojos”: líder de recicladores colombianos

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Son los miembros de un grupo de trabajadores que diariamente recorren las calles de las ciudades seleccionando, recuperando y comercializando los residuos desechados por los hogares, los establecimientos de comercio y las industrias, y Nora Padilla es su vocera como presidenta de la  Asociación Nacional de Recicladores de Colombia (ANR) y representante de la  Asociación de Recicladores de Bogotá. Su liderazgo se desprende de una tradición en el oficio y de la decisión de abogar por los derechos de sus compañeros de trabajo. “Yo vengo de una familia recicladora…mi abuela y mi mamá eran recicladoras y yo lo soy desde niña; a los siete años ya estaba en las calles y a los doce años la administración de la ciudad toma la decisión de cerrar el botadero en el que trabajábamos… esto generó la necesidad de formar una asociación de recicladores organizados”.

Hoy la asociación que Nora lidera reúne a más de 12.000 recicladores que comparten los intereses de un sector con una tradición de trabajo de más de 80 años en el país, y que ha afrontado dificultades y sentido —en muchos casos— la falta de reconocimiento del valor de sus actividades. “Hasta ahora, nuestro papel había sido desconocido, pero con el tiempo se ha venido fortaleciendo. Queda sin embargo mucho por hacer, porque somos el eslabón más vulnerable de la cadena de la recuperación y uso de los materiales reciclados. Nosotros queremos tener el derecho a que no solamente se vuelvan los ojos hacia los recicladores, sino que creemos que el país debe reconocernos el esfuerzo que estamos haciendo, el aporte ambiental, social y económico que le hacemos al país”, dice Nora cuando El Empaque le preguntó acerca del papel de los recicladores en la consolidación de la cadena de reciclaje en el país.

El oficio en Colombia se remonta a ochenta años atrás y en esta larga trayectoria sus cadenas se han fortalecido y se han consolidado las organizaciones de quienes dedican sus esfuerzos a la cultura de la separación y el reciclaje, haciendo de esta una actividad productiva y el sustento de miles de familias en el país. Los retos que afrontan son sin embargo apremiantes: “Uno de los aspectos del desafío que enfrentamos es lograr una mayor integración de la cadena. Hace unos diez años dependíamos unos de los otros, los recicladores dependíamos de los comercializadores y estos de la gran industria, para que en realidad se conformara un mercado y tuviéramos un proceso que ameritara la recolección del reciclaje, la implementación de procesos de valor agregado y la industrialización de los materiales”, señala Nora.

Una cadena bien articulada
A lo largo del ciclo de vida de los residuos, los participantes juegan cada uno un papel que se articula para lograr el objetivo final de conseguir un mejor aprovechamiento de estos valiosos recursos y suplir un porcentaje significativo de las materias primas que utilizan un gran número de empresas del país. Y en este propósito, los esfuerzos mancomunados tienen una importancia equivalente. “Si bien es cierto que los recicladores invertimos catorce, quince, dieciséis horas de trabajo para obtener el sustento de nuestra familia, los comercializadores han hecho otro tanto, invirtiendo capital de trabajo y creando unas instalaciones para hacer posible que lo que recogen los recicladores llegue a un centro de acopio, y de allí llegue a la pequeña y mediana industria”.

Sin embargo, las cosas no han sido siempre así, las divisiones y el trabajo desarticulado han sido grandes obstáculos que con el tiempo se han ido superando. “Antes, cada uno iba por su lado y de esta división se aprovechó mucho la legislación colombiana para dictar normas que cada vez más rompían la cadena, y que permitían que esta cambiara de manos, a pesar del gran esfuerzo que hacemos los recicladores”, afirma Nora. Sin embargo, a fuerza de persistencia y de diálogos con los demás participantes de los ciclos de reciclaje, se empezaron a tejer estrategias para visibilizar el trabajo y definir estructuras laborales.

Voces reconocidas
La organización de los recicladores colombianos bajo las orientaciones de las asociaciones comenzó a mostrar sus frutos. Recientemente, la Corte Constitucional de Colombia reconoció el derecho de los recicladores a conservar y hacer de su oficio un trabajo plenamente reconocido y remunerado. Un resultado tangible de esta decisión fue la reconsideración de una licitación para el manejo de basuras de la capital colombiana, en la que se dejaba por fuera a los recicladores de Bogotá, declarando la necesidad de integrarlos como parte del proceso, con todas las garantías debidas de participación (ver Recuadro). La tarea es sin embargo constante y de largo aliento; “El reto que tiene la cadena de reciclaje es trabajar conjuntamente y tratar de incidir para que la legislación colombiana recoja realmente los esfuerzos que se han hecho; el Gobierno nacional ha estado de espaldas a toda la cadena, y nosotros creemos que es hora de que empiece a mirarla con buenos ojos para ayudarla y no para deprimirla”, dice Nora con convicción. “Llevamos cerca de quince años en el ámbito jurídico, incidiendo para que la legislación del manejo de residuos incluya a los recicladores, para que sea cada vez más ambiental y más sostenible, y para que el sistema de aprovechamiento tenga prioridad al de enterramiento, porque sabemos que la mitad de los residuos del país es reciclable” le dijo Nora a nuestra publicación.

Recuperar el futuro
Ante el enorme potencial que tiene la gestión de los residuos en Colombia, el sector de los recicladores organizados busca formalizar cada vez más su trabajo, estableciendo los mecanismos necesarios para asimilar sus actividades a las de otras sociedades en las que cada día cobran mayor importancia, tanto económica como ambiental. “Yo creo que Colombia tiene que entrar en un esquema diferente al manejo de los residuos, como se está haciendo en muchas otras partes del mundo… Nosotros necesitamos, por una parte, apalancamiento económico, desarrollo tecnológico, y apoyo para que la gente logre superar niveles de formación y educación que son bastante críticos. Entendemos que para que el país se desarrolle la mano de obra tiene que ser calificada, como es el caso, por ejemplo, en países como Inglaterra o Alemania, donde la gente que barre las calles tiene cursos técnicos y un nivel alto de capacitación. Eso es lo que tiene que pasar con los recicladores colombianos en los siguientes diez años”, concluye Nora, expresando las esperanzas del amplio número de trabajadores asociados que representa.

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