El mito de la biodegradabilidad (Parte 1): la campaña por los bioplásticos

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Esta es la primera parte de una serie de tres en las que presento los beneficios, riesgos, imprecisiones y viabilidad a largo plazo de los bioplásticos.

Desde el auge relativamente reciente del consumo consciente, los bioplásticos —plásticos producidos a partir de biomasa tal como la de plantas y algas— han estado recibiendo una importante atención. Ante el crecimiento proyectado del mercado de bioplásticos para los próximos años, muchas personas están apuntando hacia alternativas de plásticos derivados de plantas como la solución definitiva a nuestra dependencia insostenible de plásticos basados en recursos fósiles. Sin embargo un tipo particular de bioplástico ha despertado últimamente un torrente de desinformación, optimismo infundado y confusión: el plástico denominado "biodegradable”.

La definición de biodegradabilidad
Para hacer claridad, la mayoría de los plásticos en el mercado producidos a partir de combustibles fósiles no son biodegradables. Para ser realmente biodegradable, un material tiene que ser capaz de descomponerse naturalmente mediante su exposición ante microorganismos. Algunos polímeros de petróleo pueden combinarse con aditivos biodegradables o con otros materiales para facilitar la degradación, pero estos representan solo una pequeña parte del mercado mundial. Los plásticos derivados del petróleo no existen en la naturaleza, y en tal sentido no existen microorganismos que se hallen naturalmente predispuestos a facilitar la descomposición (sin la ayuda de aditivos).

Los bioplásticos tampoco son siempre biodegradables, lo cual puede ser otra fuente de confusión para los consumidores. La fábrica de botellas PlantBottle de Coca-Cola, por ejemplo, simplemente remplaza el 30 por ciento del etanol en sus botellas normales de plástico de polietileno tereftalato (PET) con un 30 por ciento de etanol derivado de plantas. Esto significa que la botella todavía se considera de polietileno y puede reciclarse a pesar de estar hecha con algún material vegetal, pero sigue sin ser biodegradable.

Están luego los bioplásticos biodegradables, y uno de los más comunes hoy es el ácido poliláctico (PLA por la sigla en inglés). El PLA está fabricado a partir de biomasa de maíz y se degrada en realidad  en agua y dióxido de carbono... en condiciones adecuadas. Para degradar plásticos como el PLA se requieren altos niveles de humedad y de temperatura, lo que significa que un vaso o una bolsa de PLA solo se degradarán realmente en una instalación industrial de compostaje y no en la pila de compostaje que uno hace en su patio.Tampoco lo hará en absoluto si se entierra en un vertedero, donde reposará por cientos o miles de años, al igual que cualquier otra pieza de residuo plástico. Por supuesto que los comerciantes no aclaran esto en el empaque, y los consumidores compran productos que consideran más sostenibles de lo que son en realidad.

Un pronunciamiento a favor de los bioplásticos
Incluso con estas preocupaciones sobre la biodegradabilidad, la adopción a gran escala de los bioplásticos podría ser buena por muchas razones. Primero que todo está el hecho de que las materias primas requeridas para su producción son renovables; el suministro de maíz, caña de azúcar, algas y otros materiales para la producción de bioplásticos es proporcional a nuestra capacidad de cultivarlos, y la industria de plásticos podría finalmente liberarse de la dependencia que tiene de los combustibles fósiles. El cultivo de materias primas tampoco crea un desequilibrio energético cuando se hace de manera sostenible, lo que significa que puede obtenerse más energía de la materia prima que la utilizada en su cultivo. Si el bioplástico que resulta es durable y se recicla, el proceso completo resulta increíblemente sostenible.

La planta de botellas PlantBottle de Coca-Cola es un buen ejemplo de cómo podemos hacer bioplásticos de manera correcta a partir de la infraestructura apropiada. Dado que las botellas siguen siendo técnicamente de plástico PET, estas pueden reciclarse regularmente, lo que preserva el polímero complejo en lugar de destinarlo a un vertedero donde permanecerá por siempre, sin uso alguno. Asumiendo que podemos mejorar la actual infraestructura de reciclaje, remplazar de esta manera el plástico virgen con bioplásticos durables podría reducir de manera significativa la demanda general de polímero virgen.

Razones para ser prudentes
Los bioplásticos generan un sinnúmero de nuevos temas que debemos considerar seriamente antes de seguir adelante. En primer lugar, remplazar por completo la demanda de plásticos derivados del petróleo con bioplásticos producidos a partir de plantas requeriría de millones de hectáreas adicionales de tierras de cultivo. A menos que colonicemos otro planeta habitable, con suelo cultivable suficiente, o que reduzcamos drásticamente el consumo de plástico, esto requeriría ocupar tierras productivas que se encuentran ya cultivadas para la producción de alimentos. La demanda de más tierras de cultivo podría incluso dar lugar a una mayor deforestación o a la fragmentación de los bosques, en especial en regiones de selva húmeda ya amenazadas como las de Sudamérica, donde el clima tropical es indispensable para cultivar materias primas como la caña de azúcar.

Incluso si todos los puntos anteriores no fueran preocupantes, no contamos todavía con la infraestructura de reciclaje adecuada para un volumen mayor de bioplásticos. Por ejemplo, si una botella o un recipiente de PLA llegan hasta la caneca azul del consumidor, pueden contaminar el flujo de reciclaje y hacer que el plástico contaminado no pueda utilizarse. Y olvidémonos de reciclar realmente los bioplásticos hoy — no existen todavía sistemas a gran escala o estandarizados para el reciclaje de bioplásticos.

Los bioplásticos podrían ser maravillosos
Los bioplásticos tienen el potencial de ser un remplazo realmente sostenible para los plásticos derivados del petróleo, pero solo si actuamos como debe ser. Incluso si pudiésemos limitar la deforestación y la fragmentación de los bosques húmedos, controlar la interferencia con la producción de alimentos y mejorar nuestra infraestructura de reciclaje, la única manera en que los bioplásticos pueden ser una alternativa realmente reciclable (y de largo plazo) a los plásticos derivados del petróleo es mediante la reducción masiva del consumo. Y al igual que con los bioplásticos biodegradables, estos nunca serán la solución definitiva que algunas empresas afirman, sin importar qué tan bien se degrade el material en una pila de compostaje. Los plásticos biodegradables tienen sentido (en el corto plazo) solamente en mercados limitados, como los de países en desarrollo con gran cantidad de residuos de vertedero.

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