Reciclaje en cadena: iniciativa colombiana exalta el poliestireno

Reciclaje en cadena: iniciativa colombiana exalta el poliestireno

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Entre la amplia diversidad de materiales que recuperan las brigadas de recicladores que recorren las calles de las ciudades, algunos no encuentran canales de comercialización ni un mercado que estimule su recuperación y reutilización.

Los envases de poliestireno y de resinas termoplásticos representan uno de estos casos, con desventajas adicionales como su bajo peso, en comparación con los materiales de polietileno, factores todos que se traducen en mayor presencia y ocupación de espacio en los rellenos sanitarios y en el desaprovechamiento de esta abundante y valiosa materia prima.

En Colombia los recicladores, reunidos por la organización Compromiso Empresarial para el Reciclaje (CEMPRE); Carvajal Empaques, una de las principales empresas colombianas en la producción de soluciones de envase; y Alpina, empresa líder en el sector de productos lácteos, han unido sus esfuerzos para buscar revertir esta situación y crear una cadena de valor que los beneficie a todos.

“La iniciativa se basa en el principio de que se puede jalonar el mercado con tecnología que transforme los materiales posconsumo en materia prima”, señaló Jennifer Villalba, directora de Cadenas de Valor de CEMPRE, al referirse a los orígenes del proyecto.

Ampliación de las fronteras
En la historia del reciclaje han sido grandes protagonistas materiales como el polietileno, que inicialmente se utilizaba para la producción de textiles y láminas para productos que, por razones de inocuidad, no entraban en contacto directo con alimentos.

Con los avances en tecnologías de limpieza se ha logrado que el polietileno posconsumo se recicle para la fabricación de botellas monocapa para gaseosas, ampliando su utilización y aprovechamiento. “Este interés se ha traducido alrededor del mundo en grandes avances en guías y recomendaciones concretas en algunos países para el empleo del polietileno reciclado”, afirmó Diego Garavito, directivo de Carvajal Empaques.

Esta tendencia hacia el uso cada vez más incluyente de otros materiales ha encontrado en la iniciativa de CEMPRE, Carvajal Empaques y Alpina una aplicación práctica y de buen prospecto hacia el futuro. Las organizaciones de recicladores, orientadas por CEMPRE, han comenzado la recolección de materiales livianos posconsumo de poliestireno, que se utilizan —previa validación de los métodos y de la viabilidad del empleo— en productos industriales y alimentarios.

Esta primera experiencia se viene realizando a través de una alianza establecida entre Alpina y Carvajal Empaques, en la que esta última trabaja en el desarrollo de empaques sostenibles con material reciclado en su capa intermedia para envases de productos.

A la iniciativa se ha sumado además Cundy Plast, una empresa dedicada al trabajo con materiales reciclados, que viene procesando el plástico de las devoluciones de Alpina en una clara muestra “de que el reciclaje de envases de poliestireno y polipropileno posconsumo no solo es posible, sino que puede resultar en un supra-reciclaje con alto valor agregado”, anotó Jennifer Villalba.

Si bien ya se vienen incorporando los residuos de poliestireno a cadenas de reciclaje, los productos generados con estos materiales han sido usualmente de menor valor que el que se busca con el objeto del proyecto, afirmó Alpina.

Resultados concretos
En su primera fase, el avance del proceso comprende el tratamiento que está haciendo Cundy Plast de los envases de Alpina, convirtiéndolos en pellets antes de su extrusión por parte de Carvajal Empaques mediante una formulación y una estructura especiales.

Carvajal empleó este material para la elaboración de envases y los resultados han sido muy alentadores: “Las propiedades mecánicas de los envases termoformados han cumplido con las especificaciones requeridas y están pendientes los resultados de las pruebas de migración realizadas por el Instituto del Plástico y el Caucho (ICIPC), que permiten evaluar la inocuidad de los envases”, dijo Diego Garavito, refiriéndose al progreso del proyecto.

Una vez finalizada la etapa de las pruebas, el paso siguiente consiste en la estandarización de los métodos de producción y el establecimiento con los clientes de las pautas para la comercialización de los productos. Por el momento, el proyecto está orientado a la producción de materiales para envases de alto valor agregado para productos industriales como paso previo a su uso en aplicaciones para bebidas y alimentos, lo que, según Alpina, hará sostenible esta iniciativa.

La compañía productora de lácteos asegura que los plásticos se destinan en su mayoría a la industria del envase de bienes de consumo masivo, y por ende sería un flujo que podría reincorporar las grandes cantidades de estos plásticos de manera sostenida en el tiempo.

El papel de cada uno de los actores de esta iniciativa desempeña un propósito claro y bien definido. “Una vez se cumplan los requerimientos de inocuidad y resistencia estructural, Carvajal Empaques evaluará la producción de envases de poliestireno reciclado que no tengan contacto directo con alimentos.

Después del consumo, las organizaciones de recicladores recuperarían los envases y los venderían a la industria transformadora (inicialmente Cundy Plast) para procesar la materia recuperada en pellets, para el caso de Bogotá. En Cali y Rionegro (Antioquia) las organizaciones de recicladores podrían transformar el material para comercializar los pellets reciclados de poliestireno directamente con Carvajal”, contó la directora de Cadenas de Valor de CEMPRE.

Un proyecto sostenible
La ampliación de las opciones de reciclaje que representa el proyecto adelantado con el poliestireno y las resinas termoplásticos livianas tiene un alcance que cubre las tres dimensiones de la sostenibilidad. En el área económica, permite reducir los costos de enterramiento en los vertederos y disminuir la necesidad de utilizar materia prima virgen que proviene del petróleo. Adicionalmente, se optimizan los costos de producción de los empaques mediante un menor consumo de la energía utilizada en la fabricación de los plásticos.

En el entorno social, los beneficios son también muy significativos y se traducen principalmente en la inclusión de un número mayor de miembros provenientes de una población vulnerable como la de los recicladores en la cadena de valor de los plásticos y en un cambio de la percepción pública respecto a su trabajo. Ambientalmente, además de la reducción en el uso de recursos no renovables, se limita la cantidad de plásticos que llegan a diario a los rellenos sanitarios municipales.

Para los participantes en la iniciativa, uno de los objetivos consiste en cerrar el ciclo de los envases de poliestireno, respondiendo a los intereses de cada uno de los miembros de la cadena y dinamizando sus aportes al proyecto. En un futuro próximo se espera que la demanda de este tipo de envases active el reciclaje, el procesamiento y la producción y el uso de envases fabricados con estos materiales.

“La comunidad podrá ver reflejada una dinámica de reciclaje que incentive a los ciudadanos a depositar los envases livianos como materiales reciclables”, afirmó con optimismo la directora de Cadenas de Valor de CEMPRE.

Las expectativas son muy positivas y las reglamentaciones gubernamentales contribuyen a este optimismo, en particular si se consideran los cambios e impactos positivos para el país que se desprendan de decisiones como la del Ministerio de Salud y Protección Social, que establecieron un reglamento técnico sobre los requisitos sanitarios que deben cumplir los materiales, objetos, envases y equipamientos plásticos y elastoméricos y sus aditivos, destinados a entrar en contacto con alimentos y bebidas para consumo humano.

Alpina comentó que este era un marco necesario para promover la reincorporación técnica y responsable de materiales plásticos reciclados en envases para consumo masivo y en especial para alimentos, alineado con las tendencias mundiales de reducción de impactos asociados a los derivados del petróleo.

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