Además del panorama económico internacional, la industria enfrenta el reto de ser una alternativa viable en medio de la controversia ambientalista.
Luego de un fuerte período de crecimiento en la economía mundial en 2017 y principios de 2018, la actividad económica mundial se desaceleró considerablemente. Las principales causas son: la escalada de tensiones comerciales y el aumento de los aranceles entre Estados Unidos y China, las tensiones macroeconómicas en Argentina y Turquía, la afectación de la producción automotriz en Alemania por la adopción de nuevas normas sobre emisiones para vehículos diésel, la adopción en China de una normativa nacional más estricta para frenar la deuda, limitar la intermediación financiera paralela y encauzar el crecimiento por una trayectoria sostenible.
En su informe de perspectivas de la economía mundial, publicado en abril de 2019, el Fondo Monetario Internacional reduce las proyecciones de crecimiento de octubre de 2018, tanto a nivel mundial como regional, con un crecimiento de 3,6 % para 2018 y de 3,3 % para 2019. En medio de la incertidumbre, la producción industrial cayó (gráfico 1), sobre todo en el caso de los bienes de capital, con la excepción de Estados Unidos. Las expectativas desalentadoras sobre la actividad futura que se desprenden de los índices de gerentes de compras apuntan a que la debilidad del ímpetu económico persistirá en 2019.
Gráfico 1.
El FMI prevé un repunte para el segundo semestre del año, respaldado por las políticas acomodaticias en las principales economías. La Reserva Federal de Estados Unidos no aumentará las tasas de interés en lo que resta del año. China redobló el estímulo fiscal y monetario para contrarrestar los efectos negativos de la imposición de aranceles comerciales y las tensiones comerciales con Estados Unidos se han reducido al perfilarse un acuerdo. En los mercados emergentes se han reanudado los flujos de cartera, los costos del endeudamiento soberano han bajado y las monedas se han fortalecido frente al dólar.
Con este panorama, se proyecta un crecimiento de la economía mundial para 2020 de 3,6 % y una estabilización del crecimiento más allá de 2020 en este valor.
Figura 1. Proyecciones de crecimiento de la economía mundial, FMI, 9 de abril de 2019
El FMI recomienda que las políticas macroeconómicas y financieras se enfoquen en mantener la inflación encarrilada en la meta fijada por los bancos centrales y una política fiscal ajustada. A nivel multilateral, la prioridad radica en que los países resuelvan los conflictos comerciales con espíritu de cooperación. Para la región, y en general, para los países de bajo ingreso que son exportadores de materias primas, el FMI recomienda la diversificación de la economía.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) actualizó sus proyecciones de crecimiento de la actividad económica para los países de la región durante 2019 y rebajó su estimación para el promedio regional a un 1,3 %, comparado con el 1,7 % previsto en diciembre de 2018 en su informe anual “Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2018”. Proyecta una dinámica de crecimiento distinta entre países y subregiones: América del Sur pasará de un crecimiento de 0,5 % en 2018 a 1,1 % en 2019. Centroamérica crecerá un 3,1 % en 2019, debido a la mayor desaceleración esperada para Estados Unidos este año, que afecta el comercio y las remesas que se dirigen hacia esta subregión. Para Centroamérica, México, República Dominicana, Haití y Cuba el crecimiento será de 2,0 %. En tanto, las economías del Caribe de habla inglesa y holandesa crecerían 2,0 % en 2019.
Los principales riesgos para el desempeño económico de la región son: una menor tasa de crecimiento global, el bajo dinamismo del comercio mundial, y las condiciones financieras que enfrentan las economías emergentes, así como la guerra comercial entre Estados Unidos y China que aún no se ha resuelto. Los precios de las materias primas también pueden verse impactados negativamente por un aumento de las restricciones comerciales.