Confiable como el acero

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La seguridad y el impacto ambiental de los envases son aspectos que cobran alta relevancia cuando los productos que contienen poseen propiedades químicas que los convierten en elementos de alto riesgo de inflamabilidad, toxicidad o corrosión. En las industrias de la construcción, petroquímica, agroquímica, de lubricantes, herbicidas, fungicidas y pinturas, entre otras más, la prevención de los riesgos se realiza mediante el empleo de envases de acero, lo que garantiza condiciones óptimas para las operaciones de almacenamiento y transporte.

Cada año, cerca 50 millones de toneladas de mercancías peligrosas son transportadas en el mundo, y un gran porcentaje de éstas se transportan en Colombia en tambores de acero, lo que pone de relieve la importancia que debe prestarse a la seguridad de los envases que las contienen. La empresa Colombiana de Envases Industriales S.A.—Colvinsa produce y suministra tambores construidos en acero que cumplen con los estrictos estándares de calidad ISO 9001:2008 y con las regulaciones establecidas en las normas de Naciones Unidas e Icontec para el transporte de mercancías de alto riesgo, por vía aérea, marítima y terrestre. En sus plantas de Mosquera, cerca de Bogotá, y de Soledad, en la costa Atlántica, este fabricante utiliza avanzados procesos y tecnologías como la criogenia (nitrógeno líquido), y máquinas que manejan sistemas cerrados de lavado con productos biodegradables; operación que desarrolla sin vertimientos y sin emisiones, con un mínimo de utilización del agua. Adicionalmente la empresa ofrece el manejo de logística inversa para reacondicionar tambores de acero y abastecer una amplia base de clientes de envases industriales.

Seguridad ante todo
El tratamiento de contenedores como los tambores de acero en los que se ha realizado el transporte de sustancias peligrosas debe hacerse para que su uso posterior sea exclusivamente para productos similares. Los ingredientes activos --como son los de los fungicidas o herbicidas-- permanecen por siempre en los envases y su remoción nunca se logra por completo. De allí que la proyección de los directivos de Colvinsa se oriente a adelantar procesos de “logística inversa” que, como lo señala su gerente general Nayib Kassem: “consiste en el retorno de los envases o tambores metálicos a las fábricas para que el impacto ambiental sea cero”. De esta manera se asegura el cumplimiento de las leyes que buscan, entre otras cosas, asegurar el manejo inocuo de los tambores, conocer su trayectoria y ubicación, y determinar el uso que se hace de los residuos que quedan en ellos.

Hoy las compañías que envasan sustancias peligrosas usuarias de los tambores demandan que los fabricantes cuenten con las certificaciones de calidad, con el cumplimiento de las normas ONU y NTC4702, requisitos que Colvinsa cumple estrictamente por medio de auditorías anuales para los 22 modelos de tambores que producen en sus instalaciones de la costa y el centro del país, desde los de 4 litros hasta los de 208 litros. “La seguridad que debe prestar un envase debe probarse ante normas nacionales e internacionales. Nosotros iniciamos una oferta al mercado de envases certificados luego de fuertes inversiones para actualizar todas nuestras máquinas, y de cumplir con los requisitos y pruebas que garantizaran que nuestros productos cumplieran con todas los estándares”, afirma Kassem.
                                                                                                     
Un enfoque sostenible
Colvinsa cuenta con un servicio de reconstrucción-reacondicionamiento de tambores que le ayuda a la industria que ha manipulado los envases dejándolos sucios y con remanentes de sustancias peligrosas. Colvinsa aplica tecnologías de punta para darles a los tambores usados propiedades que los hagan reutilizables. Para este enfoque de logística inversa la empresa ha implementado el uso de técnicas como la de la criogenia, mediante la cual someten los productos residuales a temperaturas de menos de 140 grados centígrados, lo que los congela y permite su remoción después de un proceso de vibración que los desprende de las paredes. Este proceso de alta tecnología, único en América Latina, se traduce en una baja huella ambiental e, incluso, en el aprovechamiento de los residuos, que en la mayoría de los casos alcanzan a representar hasta un kilo por cada tambor.

Luego de este proceso de limpieza, para el acabado final se utilizan en el reacondicionamiento materiales como pintura sin plomo, cadmio u otros metales pesados que, a diferencia de otras alternativas, no generan ninguna clase de compuestos volátiles peligrosos. En su planta de reconstrucción, después de rigurosos estudios de mercadeo y de la identificación de las normas ambientales vigentes, se cumplen los estándares de cero emisiones y cero vertimientos, actividades que propenden por el cuidado del medio ambiente. El reacondicionamiento así realizado contrasta de manera clara con algunas prácticas que aún se implementan en la industria de tambores metálicos, mediante las cuales se someten a un calentamiento a temperaturas superiores a los 1000 grados centígrados para la quema de las sustancias que contuvieron los tambores, y poderse deshacer así de la sustancia,  o se sumergen en soda cáustica para la remoción de la pintura del tambor, prácticas tremendamente nocivas para el medio ambiente y la salud.

En regla
Uno de los efectos de los tratados de libre comercio y de la apertura económica adoptada en Colombia ha sido el arribo al país de soluciones nuevas para el envasado y transporte de sustancias peligrosas. De acuerdo con Kassem: “Muchas veces estos envases extranjeros se comercializan a menores precios respecto de los producidos nacionalmente. Estos modelos de envases no siempre garantizan las condiciones óptimas de seguridad, ni el cumplimiento de las normas técnicas internacionales ONU, ni de las normas colombianas para contener sustancias peligrosas, como la NTC 4702-3, de obligatorio cumplimiento en el territorio colombiano”, añade Kassem

El incumplimiento de dichas normas podría pasarles factura a las empresas que incurran en él, ya que las multas estipuladas en el Decreto 1609 de 2002 en Colombia pueden llegar hasta 200 SMLV.  Incluso si el producto llega a otro país y en él exigen el cumplimiento del envase y éste no lo hace, la mercancía puede ser decomisada y dispuesta en el sitio. Lo que pondría en juego la credibilidad de la empresa exportadora. El enfoque empresarial  de Colvinsa está siempre soportado en las certificaciones anuales de sus productos, en el cumplimiento del Decreto 1609 de 2002 en Colombia, y en las pruebas y las auditorías. Esta es siempre  la actuación normal de sus directivos, además de ofrecerles a sus clientes una tecnología patentada como es la criogenia.

No obstante, afirma Kassem: “Paradójicamente esto constituye un obstáculo para la empresa que debe hacerle frente a prácticas que dejan de lado el cumplimiento de las normas y estándares.  Pero los negocios que no son legales tampoco son sostenibles”, agrega al referirse a algunas empresas que compiten pasando por alto las exigencias en cuanto a seguridad y responsabilidad ambiental. “Los atajos no le sirven a la sociedad”, concluye Kassem, al presentar el escenario en el que se mueve su empresa.

“De nuestra experiencia y cercanía con clientes multinacionales hemos heredado prácticas gerenciales orientadas al cumplimiento estricto de las normas y de la ley” señala Kassem, refiriéndose a la trayectoria creada por Colvinsa, con una filosofía que busca la prevención y el cuidado adecuado de los residuos peligrosos, lo mismo que la reutilización y valorización de los tambores de acero para generar un impacto de baja huella ambiental y para proteger la integridad de los consumidores.

Este artículo viene de la revista impresa con el código 0614Colvinsa.

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